miércoles, 23 de abril de 2008

El habano cubano

El tabaco cubano está considerado como el mejor del mundo, en ese prestigio influyen los suelos donde se cultiva, el clima y la experiencia de los productores.

Una constelación de personalidades del mundo actual, como de otras épocas, entre los que figuran Abraham Lincoln, Napoleón Bonaparte, José Stalin, Ulises Grant, Theodoro Roosevelt, Sigmund Freud, Orson Welles, o Winston Churchill apreciaron la exquisitez y calidad de los puros cubanos.

El tenor italiano Enrico Caruso, a quien le encantaba fumar un Habano sobre todo cuando la hoja estaba acabada de torcer decía que en ese momento sabía mucho mejor.

Crónicas de la época señalan que en la visita que el ilustre cantante realizó en 1920 a La Habana, donde actuó en el entonces teatro Tacón, su debut de la ópera Aída, de Guisseppe Verdi, fue tan brillante que las fábricas de tabacos La Corona, H Upman y Partagás, lo invitaron a un recorrido por sus instalaciones, porque conocían de su afición por el tabaco cubano.

En el homenaje fue tal el entusiasmo que despertó su presencia entre los trabajadores tabaqueros, tras escucharlo a viva voz interpretando La Donna e Mobile, de Rigoletto, que durante 10 minutos sonaron sus chavetas o instrumentos de labor y en lugar de lanzarle flores lo agasajaron con una lluvia de tabacos, que sumaron alrededor de mil de la marca Romeo y Julieta.
El tenor, de manera sencilla, se agachó a recoger gran parte de ellos.
Cuando el propietario del establecimiento, que estaba de viaje en Niza, regresó y supo de la presencia de Caruso en su fábrica le envió un hermoso estuche lleno de tabacos que llevaban en sus anillas el nombre del célebre tenor, quien los recibió agradecido en el hotel habanero donde se hospedaba.

Cuentan que hasta su fallecimiento, Enrico Caruso siguió prefiriendo los puros cubanos y siempre recordó aquel momento tan singular entre los tabaqueros de la Isla.

jueves, 10 de abril de 2008

El Origen del Arroz Congrí

Esta insuperable mezcla de arroz con frijoles que sabiamente combina 2 proteínas de origen vegetal ha sido saboreada por viajeros de todos los rincones del mundo e incontables generaciones de cubanos.

Los cubanos compartimos esta forma tradicional de cocinar arroz con frijoles a partir de una u otra leguminosa con diferentes pueblos hermanos, y la encontraremos no sólo en Haití, sino también en Puerto Rico, en Santo Domingo, en las Bahamas y otras islas del Caribe, con ligeras diferencias en cuanto a condimentos como resultado lógico de la transculturación.

Don Fernando Ortiz describe el guiso como de posible pero no probado origen africano; su ensayo sobre la cocina afrocubana fue publicado por primera vez en la Revista Bimestre Cubana en 1923, y hasta hoy día el vocablo congrí, aunque aparece en la enciclopedia, todavía no lo encontramos en el diccionario.

La forma de prepararlo y el nombre que le damos en Cuba pueden variar de una región a otra del país. Sobre esto, don Fernando Ortiz -a quien siempre tendremos que citar en presente nos dice:

Congrí es vocablo venido de Haití; donde a los frijoles colorados se les dice congó; y al arroz riz, como en francés.

Congrí; es voz de creole haitiano que significa «congos con arroz». Congrí no equivale a «moros y cristianos», como en Cuba decimos al arroz con frijoles negros, que también parece ser plato de cocinero africano.

Al congrí suelen echarle trocitos de carne de puerco y chicharrones y hoy se hace en Oriente también con frijoles caballeros, con preciosos y hasta con garbanzos.

El folklorista oriental Ramón Martínez nos dice que hace mucho tiempo, un negro de nación quiso condimentar una comida muy de carrera y sin condimentos; echó a hervir el arroz y los frijoles juntos y casi se cocinaron al mismo tiempo porque los frijoles eran frescos. Más tarde se cocinaron con más cuidado, se pusieron a cocinar los frijoles hasta que estuvieron blanditos, luego se aliñaron y se les echó el arroz; y cuando éste hubo reventado se sacó un poco de agua y se le dejó secar a fuego lento y quedó hecho lo que hoy es nuestro plato favorito, cuyo nombre no figura aún en los diccionarios; pero sí, en las listas de comida.

En la década de 1868-1878 en vez de decir un plato de congrí, decían un plato de 'voluntarios y bomberos', aludiendo a que los voluntarios eran blancos y los bomberos todos eran negros y usaban cuellos y bocamangas rojos.

A esta interesante aclaración sobre el origen de nuestra costumbre de guisar juntos el arroz y los frijoles, podemos añadir que aún hay personas que no remojan los frijoles negros porque cuando son tiernos «y del país», esto no es necesario; así como quien le echa agua a «ojo de buen cubero» y luego saca caldo o añade agua, según el arroz o la cantidad de líquido disponible para ablandarlo, cosa no del todo errónea, puesto que al cambiar la calidad del arroz suele variar la proporción de agua o caldo requerido para cocinarlo desgranado, y no debemos olvidar que el congrí, tanto como los moros y cristianos, o moros, debe resultar desgranado y nunca asopado.

Fernando Ortiz y Ramón Martínez no describen la costumbre de sofreír primero el arroz crudo en un poco de la grasa antes de mezclarlo con los frijoles y el caldo. Esto, que parece ser práctica muy común en muchas regiones de Cuba, principalmente en las orientales porque disminuye las posibilidades de que un arroz muy rico en almidón aglutine la mezcla, es aplicable a ambas recetas.

lunes, 7 de abril de 2008

Gabriela Mistral

El nombre real de Gabriela Mistral es Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcagaya, nació en Vicuña, Chile, el 7 de abril de 1889. Fue una destacada poetisa, diplomática y pedagoga.

Bajo el seudónimo de Gabriela Mistral se destacó de forma especial en la literatura.
Fue la primera mujer latinoamericana, y la primera en su especialidad en ganar el Premio Nobel
de Literatura en 1945.

La niñez de la autora está marcada por la ausencia del padre, que abandonó a su familia cuando Gabriela tenía tres años. En 1904 comienza a trabajar como profesora ayudante en la Escuela de La Compañía Baja y empieza a mandar colaboraciones al diario El Coquimbo.

Al año siguiente escribe periódicamente en el diario anteriormente mencionado y enLa Voz de Elqui de Vicuña.

Estudia en la Escuela Normal de Copiapó (actual Universidad de Atacama) obteniendo el titulo de Profesora Normalista.

Desde 1908 es maestra en la localidad de La Cantera y después en Los Cerillos. Como maestra le encantaban los estudiantes y sentía el deber de educar y enseñar. Para ella los libros eran algo sagrado.

En 1910 valida sus estudios ante la Escuela Normal N° 1 de Santiago de Chile y obtiene el título oficial de Profesora de Estado, otorgado por el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.

Más adelante conoce a Romelio Ureta, un funcionario de ferrocarriles del cual se enamora profundamente, sin embargo Ureta se suicida transformando negativamente la percepción del mundo de Mistral.

La muerte y el amor se convierten en unos de sus temas principales tras la muerte de su amante.

Luego tiene otro amante llamado Manuel, poeta ateo, pero no se conocen los detalles de su relación.

Gabriela Mistral fue conocida como la primera escritora hispanoamericana y como "la madre de América".

«Decir amistad es decir entendimiento cabal, confianza rápida y larga memoria; es decir, fidelidad».
Gabriela Mistral.